Por: Josué David Zapata-Vázquez, ConservadoresPR.org

En medio de las olas del cambio político que sacuden a Estados Unidos, Puerto Rico se encuentra ante una oportunidad histórica: alinear su política pública con la agenda del presidente Donald J. Trump y el movimiento conservador que representa. Sin embargo, en lugar de aprovechar esta coyuntura para avanzar valores sólidos y defender la libertad, el gobierno de Puerto Rico —ahora bajo la gobernadora Jennifer González, que se ha identificado como republicana— parece vivir en Rinolandia, un mundo donde el elefante rojo se mimetiza con el burro azul cuando conviene.
La imagen al comienzo lo dice todo: un elefante rojo y un burro azul comparten la misma isla, custodiando fajos de dinero, mientras el verdadero símbolo conservador, el elefante constitucional, observa desde el mar, esperando ser invitado a tierra firme.

Ejemplos recientes abundan:
• Mientras Trump defiende la vida desde el vientre, en Puerto Rico no se ha visto un solo esfuerzo legislativo respaldado por la gobernadora para restringir el aborto. Todo lo contrario: guarda silencio mientras sectores progresistas siguen impulsando su agenda.
• Aunque Jennifer González ha sido parte del Partido Republicano a nivel federal, en Puerto Rico ha apoyado iniciativas que promueven la agenda demócrata, y no ha dado paso firme para proteger a los padres o a la niñez ante estas agendas.
• La administración celebra los fondos federales que llegan gracias a las políticas económicas de la era Trump, pero no se habla de bajar impuestos, de desregular la economía local ni de impulsar un verdadero ambiente de libre empresa.
• Cuando se trata de defender la libertad religiosa, la libertad de expresión o el derecho de las iglesias a educar según su fe, no hay una postura clara. El silencio se convierte en complicidad.
• Mientras en Estados Unidos la administración Trump y su equipo del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) están enfocados en cortar gastos innecesarios, cerrar agencias que duplican funciones, y eliminar el despilfarro, en Puerto Rico el gabinete de la gobernadora está inflado, con salarios exorbitantes en posiciones duplicadas, muchas sin resultados concretos.
• La negativa de la gobernadora a retirar el nombramiento del doctor Víctor Ramos como Secretario de Salud ha abierto una caja de Pandora sobre conflictos de interés, alianzas cuestionables, y una estructura de poder que parece responder más a intereses económicos que a las necesidades del pueblo. ¿Cómo se puede hablar de transparencia y buena gobernanza cuando no se confrontan estos temas con claridad?
Así funciona Rinolandia: se alinean con Trump cuando hay fondos, pero no cuando hay principios. Son republicanos de nombre, pero no de convicción.

¿Por qué el gobierno de Puerto Rico actúa con tanta cautela y lentitud?
Es una administración reactiva, no preventiva. Responde cuando hay presión pública o crisis, pero no lidera con visión ni toma decisiones audaces con principios. Mientras Trump transforma radicalmente el aparato federal, desmantelando el “deep state”, promoviendo la energía nacional, reformando el sistema educativo y devolviendo poder al pueblo, aquí se mantiene el mismo “status quo” administrativo, con cambios cosméticos para calmar a los medios, pero sin una transformación real de las estructuras de poder.
Puerto Rico necesita reformas profundas en educación, en salud, en seguridad y en desarrollo económico. Pero esas reformas no llegarán si quienes están en el poder prefieren mantener la alianza cómoda entre el burro azul y el elefante domesticado.

¿Qué se espera de un gobierno verdaderamente conservador y republicano en Puerto Rico?
• Que defienda la vida desde la concepción hasta la muerte natural.
• Que promueva una educación basada en valores, con respeto a la patria potestad y sin adoctrinamiento ideológico.
• Que impulse la libertad religiosa y la libre empresa.
• Que simplifique el gobierno, elimine gastos innecesarios y reduzca el tamaño del estado. Tener más de 100 agencias en Puerto Rico cuando en otros estados son mucho menos,l debe darnos una señal de por dónde comenzar.
• Que fortalezca la seguridad, apoye a la policía y combata el crimen con firmeza.
• Que promueva el empresarismo local, reduzca la carga contributiva y fomente la autosuficiencia.
• Que sea proactivo en la defensa de la familia, la soberanía personal y el orden constitucional.
• Que aproveche las políticas de América First para atraer compañías a establecerse en Puerto Rico.
¿Qué pasaría si la estrategia política de la administración de Trump sea polarizar a Puerto Rico entre demócratas y conservadores republicanos?
El resultado sería que los verdaderos republicanos MAGA saldrían a la luz y ocurría una ruptura definitiva de los partidos tradicionales. El PNP se dividiría entre conservadores reales y republicanos de nombre, y el PPD quedaría atrapado entre los centristas de izquierda y los progresistas radicales.
En ese escenario, los electores buscarán claridad. Ya no funcionará hablar ambiguamente de “valores” sin tomar acción. Trump ha demostrado que la base conservadora prefiere líderes sin miedo, que digan las cosas como son y tomen decisiones fuertes.

Y aquí está el mayor peligro de la indecisión de Jennifer González: está dejando la puerta abierta para el 2028 a un “centrista de izquierda” como Pablo José Hernández, con apellido, maquinaria y narrativa, o a un líder de izquierda abierta como Juan Dalmau, con discurso populista y base ideológica estructurada. Ambos saben aprovechar el vacío político y los errores de un liderazgo que quiere quedar bien con todos.
Si no se marca la diferencia clara ahora, si no se lidera con convicción, el vacío lo llenarán otros. Y ese vacío no se llenará con “fotos en Washington” ni con “relaciones federales”: se llenará con ideología, y no necesariamente con la que construye libertad.
La pregunta es clara: ¿seguiremos siendo una colonia de intereses personales y oportunismo político, o exigiremos a los líderes actuar como verdaderos conservadores, que no teman defender los valores que hicieron grande a Estados Unidos y que pueden encaminar a Puerto Rico hacia el mismo destino?
¡Es hora de dejar atrás Rinolandia y desarrollar una estrategia que nos permita construir juntos un futuro de firme convicción y principios que muevan al gobierno a la acción y no solo a palabras vacías! De lo contrario, estaremos perdiendo la mayor oportunidad que vamos a tener en la historia de ver una transformación profunda y real de Sana Gobernanza para Puerto Rico.

Josué David Zapata-Vázquez, estudió Ingeniería en la Universidad de Puerto Rico – Recinto de Mayagüez y trabaja como analista de negocios de TI en Medtronic. Posee una Maestría en Estudios Cristianos del Southeastern Baptist Theological Seminary y es profesor de Apologética Reformada del Seminario Reformado del Caribe. Josué David se describe a sí mismo como un cristiano salvado por la gracia de Dios. Es esposo de Catherine Marie y padre de Amanda Ester y Victoria Sofía. Sus intereses abarcan la música, la lectura de libros de teología, el ajedrez y la tecnología.